viernes, 26 de agosto de 2011

FANTASMA

26 de enero, y las expectativas se terminaron, se decide a bajar por toda la avenida mientras recuerda en esa noche de lamentos, los registros de la adolescencia perdida, y los años febriles que extrañamente se desvanecen caminando por ese lugar interminable. Al final fue lo mismo, envuelto en esa melancolía, su piel se ensombrece en un estado gélido carente del miedo típico que sentía normalmente y que le podía causar  la inmovilidad. No obstante su andar se hacía insistente y cada vez más premuroso, con el rostro altivo para ver ese universo anulado de claridad que le asombraba, e ignorar por momentos las derrotas sucesivas que las anteriores circunstancias de lamentable recuerdo se le volvían a la memoria. Cargaba una mochila que jamás apartaba de él, fue siempre fiel a sus objetos y a esos borradores donde caían las palabras y pensamientos que iba nombrando y solicitando en voz alta, otras ideas sin embargo que supusieron genialidad se hacían volátiles en la desventura que seguía sufriendo.
Por momentos se detenía para reconocerse ante la adversidad, para sacudirse de escalofríos, para decirse con contundencia que la noche tendría su final y su rumbo cambiaría, puesto inmune como lo era, el dolor de ese infortunio no le causaría el daño del desquicio. Solo su voluntad podría cambiar aquello y mantener la construcción virtuosa de sus nobles intenciones, a pesar que en su cabeza los sucesos y desencantos le aturdían como si se impusiera un reino caótico. 
Sentía su nombre por los suelos, en sus ojos se prendía el fuego exacerbado que por instantes era apaciguado por el sentido común, aunque ya no tuviera un porqué a esas alturas, solo quería deslizarse de cualquier manera por las regiones ilimitadas de inciertos territorios, desconocer la ecuanimidad y prohibirse de juicios minuciosos para ceder sin ningún valor al peligro y la miseria de los últimos días o la vida nueva.
 Se había dado cuenta que su camino no encontraba estancia, que se prolongaban sus delirios, que esa noche no era una oscuridad tintineante en una dimensión concreta, sino la resolución antagónica en una creación unísona de estériles expresiones que solamente le desolaban en persecuciones de locura. Se convenció de que podía ser un fantasma herido por la realidad, propio de otra concepción, pero desde luego sin admitir esa posibilidad tan próxima con la cual había conjugado y había temido.
Era muy tarde para entender esas condiciones irremediables, sin auxilio y con los elementos de otras materias traspasándolo como si tuviéramos un sentido microscópico que puede desenlazarse. Ese espacio ya no era suyo, recordó cuando las velas en esa calamidad de la casa de los sueños pasaban por sus manos sin que le quemara, pensó en tumbas, en la recreación de ataúdes en el patio de los veranos cuando se apartaba de todos y quedaba solo hasta el anochecer. No dudaba en alucinar más, el rigor de sus imaginaciones le hacían maldecir, llorar, arrodillarse, reír, tocarse sin resultados. Pensaba en la justicia y como había llegado a esta instancia. ¿No era la vida acaso lo que había creído en cuestión de acciones? , deseaba volver a su intimidad para perder conciencia y nada más pero su forma era una solución utópica más sustentada. Pensó en la azotea, en los refugios del sufrimiento, en el impulso que lo levantaba para diferenciarse de la rutina cuando llovía y soportaba, cuando resistía mientras callaba. Había muerto y volvía a la vida en esa azotea de sonambulismos, en esas noches de soliloquios cayó de rodillas suplicando el bienestar y la ayuda, la humanidad, alguien debió oírlo, alguien tuvo que mirar su rostro apesadumbrado. Vagabundo por su camino lúcido indaga por la claridad de las almas en alguna parte, pero siguen siendo fantasías sus deseos. Esas ideas lo persiguen como una sombra que pocos han visto, y del cual ya no queda ningún rastro.

martes, 2 de agosto de 2011

MiSTiCiSMO

Caían en la oscuridad las palabras de maldición,
los rituales de alguien que se convertía en venganza
cuando la derrota le abismaba otra vez
y las preferencias del cielo daban al odiado
esa ventaja del aire y la habilidad del sueño.

Cuantas insurgencias inconciliables,
provocaciones que hacían daño
permisivas de sangre y dolor,
cuadros amplios de melancolías desoladas
volviéndose sombra para atemorizar de ilusionismo el desierto,
formas diversas de confusión y metamorfosis,
cambios de ánimo sin alteraciones del orden,
confrontaciones en la degradación del tiempo 
- cuando Cristo estuvo ausente o para desafiar su voluntad -
en la fidelidad marchita de muchas dudas.

El desmayo ante la  indiferencia,
ante la abolición de la existencia,
el desgano que pronto inventaba la desgracia nueva de saberse nulo,
la proliferación descompuesta
por el destino de la negación,
los horrores que se imaginaban,
los que eran realismo cotidiano y pintura rupestre,
los que eran evidentes y desaparecían,
generaciones de sombras y escenas de horror,
capitulación de la doble desfiguración ante los espejismos
que reproducía la magia perversa
en los episodios que la brujería dominaba bajo régimen místico.

miércoles, 20 de julio de 2011

INFINITO de INQUIETUDES

Cuando ya todos descansan, subo a la azotea con linterna en mano para asegurarme que todo esté en orden y no exista fuga de algún tipo que al día siguiente se tenga que lamentar; llevo conmigo además algo de alimento para los animales domésticos que criamos en un rincón junto a los ladrillos que restaron de la última vez que mi hermano hizo levantar el ambiente para la lavandería.
Como es costumbre, nada parece fuera de lugar y poco hay de sospechoso en cada esquina que parece escondida por la noche; el escrutinio que le doy a cada cosa y la entera atención por descubrir indicios  sediciosos que quizá traten de perjudicar los suministros que tenemos en el primer piso, son como la rutina ficcional que hago como parte del juego que requiero mentirme. Aunque sé que nada aparece ante mis ojos, lo cierto es mis sospechas siempre terminan por recriminarme esta inquietud genuina con esos movimientos y sonidos que realmente no existen en esta realidad que jamás la he aceptado como tal, así como no he aceptado la serenidad de la madurez frente a misterios estériles que no los asumo necesariamente una materia exacta que se deba resolver o deba ser solo de utilidad.
Después de constatar el orden, la seguridad y despejar cualquier duda, los sobresaltos que parecían ensimismarme se diluyeron al silencio de la resignación, por un momento imagine situaciones descabelladlas que en algún otro escenario serían posibles, pero sé que vivir sin abstracciones entre las sombras y la oscuridad absoluta sería como enmudecer eternamente en el mecanismo del método común, felizmente todavía me asombro en el mismo grado y con la misma interrogante delante de la plenitud de la noche, a pesar de que el frio penetrante me obliga a abandonar esta vista de contemplaciones profundas.
Mas allá donde no alcanzo a ver me imagino un lugar parecido a éste, como si fuera un reflejo indeterminado por poderes que jamás alcanzare a comprender, esta noche nuevamente me detiene y yo sigo asombrado como ha sido casi siempre que he vuelto a confesarme silenciosamente que no he crecido lo suficiente para madurar y olvidar que esta grandeza me sosiega de comprensión y me renueva al sencillo sendero de la soledad intocable.
Pero cuando me he enfrentado con temor a este dialogo atípico de sentimientos y asombro por la admiración que me ha desbordado no se he desgastado en nada a pesar del tiempo transcurrido, no he renunciado a sus promesas, porque los secretos que no alcanzo a ver son los que este firmamento cómplice también conserva de mí y todo lo que me ha visto vivir. Mis palabras no caían en vano cuando me apartaba hacia este infinito, encontraba refugio y comodidad, como ir hacia mi propio laberinto de secretos. Arriba es como adentro y no lo puedo negar, cuando miro inerme la inmortalidad de toda esa creación enigmática pienso en todo lo que permanece oculto por los años que se han consumado con la luz parpadeante de alegrías y sufrimientos, también por la juventud permanente que sigue inmóvil por la armonía que ha encontrado.
No he dejado de sonreír con flagelo interior, cuando me ocupo de algo que mis pensamientos se niegan a resignar como las utopías, cuando me resisto a esconderme en una vida repetitiva que parece desintegrarse hacia afuera porque  simplemente no quieren ver el tamaño de lo que podrían llegar a ser si descubrieran entre lo que parece vacío una armonía compleja que los ocuparía en un espacio de inquietudes febriles sin el temor del tiempo.

martes, 21 de junio de 2011

EL M i N i S T e R i O del OcULtiSMo

Lo que no puede ser no puede ser. Una serie de desafortunados acontecimientos y la prematura muerte de su inspirador acabaron escamoteando a la Historia una de las más originales iniciativas en materia de política de vanguardia: la creación, en la Alemania de los albores del Tercer Reich, de un Ministerio de Ocultismo, cartera que ocuparía nada menos que un vidente y mentalista judío, el célebre “mago de Hitler” Erik Jan Hanussen.
Tan necesaria repartición estatal no llegó, como decíamos, a concretarse, por el inoportuno encuentro entre Hanussen y una bala calibre 9 milímetros.
Pero la peripecia vital del vidente del nazismo, de actor callejero en el gueto judío de Viena a multimillonario y todopoderoso profeta del Tercer Reich (contada con pelos y señales en el imprescindible libro de Jesús Palacios Hanussen, la vida y los tiempos del mago de Hitler), merece una reseña.
Nacido Herschmann Chaim Steinschneider en Viena, criado en los teatros ambulantes y el circo, que será su primera escuela; sucesivamente actor, cantante de ópera, domador de leones, detective psíquico, periodista, rabdomante, espiritista, hipnotizador, vidente y astrólogo, entre otros muchos oficios; recurrió también a varios nombres hasta alcanzar su identidad definitiva: Hanussen.
Hanussen amasó una fortuna con impresionantes espectáculos en los que ponía en práctica sus dotes adivinatorias, combinadas con números de mujeres forzudas que él mismo entrenaba.
En el periódico que dirigía, el Berliner Wochenstchau, profetizó una y otra vez el ascenso del partido Nazi, el por entonces modesto grupúsculo político dirigido por un casi desconocido Adolf Hitler. Hanussen apoyó con entusiasmo las nuevas ideas pro-arias. Ser judío no lo desanimó en absoluto. Tal fue su apoyo que además de vidente se transformó en prestamista a gran escala de varios de sus dirigentes.
Pero su trabajo no se limitó a predecir con sorprendente exactitud cada uno de los hechos que marcaron el advenimiento del Reich. Hitler, por entonces, era un político aficionado con escaso carisma y serios problemas de comunicación en público. Aquí parece ser que Hanussen jugó también un papel fundamental: enseñó al futuro Führer todos los gestos, las maneras, la puesta en escena y los recursos de fascinación de masas que él mismo había desarrollado para sus espectáculos. Sus dotes de hipnotizador y, sobre todo, su experiencia en el circo se revelaron fundamentales para la tarea.
El judío Hanussen se colocó así en primera plana en el grupo de confianza de Hitler. Su ambición, llegar a ser Ministro de Ocultismo en el futuro gobierno de los mil años. Junto al Ministerio, también proyectaba fundar y dirigir una Universidad de Ocultismo. Para ir abriendo boca inauguró un establecimiento, el fastuoso “Palacio del Ocultismo”, en donde cada noche presidía una sesión de videncia ante los futuros dirigentes de la raza superior, la plana mayor del Tercer Reich (escenas que se pueden ver en la película de Werner Herzog Invencible, de 2001, con Tim Roth interpretando a Hanussen).
Coincidiendo con la llegada de Hitler a la cancillería, Hanussen hace su más impresionante vaticinio. Pronostica, con 24 horas de antelación, el incendio de la sede del parlamento alemán, acontecimiento que supondría el inicio del poder absoluto del nazismo.
Pero aquí la suerte de Hanussen cambia de rumbo: el futuro Ministro de Ocultismo de la Nueva Alemania pierde el favor de la jerarquía nazi. Muchos apuntaron que un ministro judío no hubiera estado bien visto en el gabinete ario del nuevo orden mundial. Tal vez. Pero más probablemente la muerte del mentalista supuso la manera más práctica de cancelar las enormes deudas monetarias contraídas por sus amigos del partido; gente que no era de fiar, después de todo.
El caso es que este hombre genial a su manera, que vivió varias vidas en el corto espacio de 44 años, acabó su historia increíblemente con el único acontecimiento que su talento de vidente no fue capaz de predecir: su propio asesinato.
Hanussen. La vida y los tiempos del mago de Hitler. Jesús Palacios. Ediciones Oberon